sábado, 3 de febrero de 2007

Mi primer frago


Popularidad fue el motivo, la ocasión...unos cuantos cigarros abandonados por un compañero de trabajo. Tenía yo 16 años y muchas ansias por experimentar nuevas emociones.
Fue mi primer trabajo como vacacionista, era una empresa de investigación de mercados, y yo trabajaba como encuestadora.

Así que allí estaban los cigarros y allí estaba yo con todo y mi curiosidad por saber qué se sentía tener un cigarro en la boca... bueno, esto ya lo sabía, porque en algunas navidades había quemado cohetes con un cigarro, con la excusa de no gastar fósforos. Una compañera que también estaba cerca del escritorio en donde estaban los susodichos fragos, no se si intuyendo mi curiosidad, o muriéndose de ganas por fumarse uno, me instó a que lo probara, propuesta que inmediatamente acepté. Sin embargo sólo le di un "jalón" y saqué el humo, sintiéndome feliz porque había fumado mi primer cigarro. El dueño de los cigarros regresó y notó que le faltaban algunos, así que empezó a reclamarlos a diestra y siniestra, pero ni mi compañera ni yo dijimos algo al respecto, ni nos dimos por aludidas.

Algunos días después, otro compañero estaba fumando y al verlo le pedí que me enseñara, a lo que sin dudarlo siquiera por un momento, procedió a darme las "instrucciones" de cómo hacer el "golpe"... yo como buena aprendíz, ni siquiera me ahogué con el humo, era tal mi interés por "aprender" que desde la primera vez pude hacerlo. Y el se mostró satisfecho de haberme "enseñado bien"

Mi adolescencia transcurrió normalmente: amores, desamores, decepciones... cigarros más, cigarros menos, pero nunca fumé más de media cajetilla al año... sí, no más de media al año, algunos años me olvidaba completamente de ellos...habían sido años buenos... por alguna razón siempre los relacioné con la tristeza y la decepción.

Luego vino el ingreso a la "U" y el querer sentirse más popular y a la moda, y qué mejor que demostrarlo con un cigarro en la boca, hasta sexy llegué a sentirme. Los 20's también tuvieron su historia de tristeza y más decepción, así que la cuota subió a una o dos cajetillas al año... Luego vinieron las saliditas con las cuatas, las cervecitas y los cigarritos como imprescindibles acompañantes, entonces empecé a fumarme una o dos cajetillas por salida. Durante el último año de la universidad, empecé usarlos para minimizar el estrés, pero igual, seguía siendo "fumadora de closet", porque nunca fume delante de mi familia.

Las parrandas siempre fueron esporádicas, pero cada vez se fueron haciendo más escasas, así que poco a poco dejé de fumar, sólo lo hacía cuando había oportunidad de compartir una plática con otros fumadores. Sin embargo, empecé a trabajar en una institución en donde el 99% de los empleados fumaba, así que poco a poco se fueron incrementando también los cigarros que consumía, hasta llegar a fumar 2 ó 3 cajetillas a la semana, que en mi caso era una cantidad realmente exorbitante, y así pasé por 2 años, aunque habían períodos (durante las vacaciones) en los que dejaba de fumar, o bien por momentos el remordimiento de saber el daño que me estaba causando, hacía que lo dejara por algún tiempo, y luego volvía a empezar.

Hoy llevo más de un año sin fumar, y tomé la decisión de dejarlo debido a que estaba ya cansada de sentir en la conciencia el peso de saber que me estaba matando lentamente y con mis propias manos, también me molestaba el desagradable olor que dejaba en mis manos, en mi ropa y en mi cabello, y otras molestias que me causaba, ya que muy frecuentemente padecía de infecciones de garganta y múltiples alergias, también detestaba estar siempre pendiente de que mi familia no me sintiera olor a cigarro... en fin, puede decirse que para mí fue fácil dejarlo, aunque a veces cuando coincido en algún lugar con uno o varios fumadores, medio siento el "gusanito", pero sigo obligándome a mí misma a mantenerme alejada de este vicio.

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