sábado, 15 de noviembre de 2014

Salesman


Hoy hace muchos días, varios meses y algunos años, salí a hacer algún "mandado" a la zona 1.  Cuando venía de regreso en la ruta 101, sobre la 10ª. avenida entre la 17 y 16 calle, mientras el piloto hacía una improvisada y eterna "parada", me llamó la atención una cara que destacaba entre los transeúntes. Ojos claros, profundas patas de gallo. Recién colgaba el auricular de un teléfono público.

Camisa color zapote impecablemente planchada, corbata y pantalón que hacían juego. Tal vez vendedor. ¿Tal vez vendedor de seguros funerarios?. Tal vez vendedor desempleado.

Lo que más llamó mi atención fue su sonrisa. Era un extraño gesto. Temor, desesperación, imploración. Era todo menos sonrisa. Blandía un billete de un quetzal y al parecer, pedía sencillo a los peatones. La mayoría lo veía con desdén y negaban con la cabeza. Los grandes ojos cafés buscaban suplicantes y el resto del cuerpo parecía no responder a esa desesperación. Su paso era más bien lento y sus maneras delicadas.


Palpé en mi bolsillo y noté una moneda de un quetzal. Reflexioné. El hombrecillo estaba demasiado lejos. El bus, demasiado lleno; mi asiento, demasiado cómodo; mi vejiga, demasiado llena. Recordé. No tenía saldo en el celular y en cuanto bajara del bus, necesitaba hacer una llamada.  No querría quedar allí varada suplicando con una sonrisa postiza. 

sábado, 3 de noviembre de 2007

Votar o Botar

Lo único bueno de esta segunda vuelta electoral, es que al fin terminaron ambas campañas. A estas alturas aún no se cómo definiré mi voto. Ayer, almorzando un delicioso fiambre con algunos amigos en el trabajo, la charla avanzaba entre halagos para el majestuoso manjar que degustábamos, bromas sobre la dieta que a partir de noviembre muchos rompemos (de nuevo)…hasta comentarios de telenovelas de algunos que jamás imaginamos resultaran noveleros. Hasta que alguien tocó el tema, y el fiambre de repente se nos hizo más agrio.

No era la primera vez que comentábamos sobre este tópico, sin embargo entre tantas ocupaciones, al parecer, habíamos olvidado la magnitud del desenlace: “quede quien quede”, porque ambos candidatos no son “santos de nuestra devoción”. Sin embargo al parecer, sí lo son de esa gran cantidad de guatemaltecos que sabrá Dios bajo qué criterios entre la casi veintena de opciones, eligieron a los dos que curiosamente, más algarabía armaron y sin más, desecharon al resto. Entre los presentes se hizo un nuevo sondeo (ya lo habíamos practicado con anterioridad), y entre los 10 que estábamos habían tres “mano dura” que fundamentaban su decisión en garantizar su seguridad laboral; dos uneistas cuyo voto no era a favor, sino en contra del otro candidato; un indeciso; dos votos nulos y dos indecisos más, entre votar nulo y votar en contra del peor, que es mi caso.

Desde que iniciaron los apocalípticos presagios de las dichosas encuestas, que últimamente han servido más como herramienta de marketing que para brindar tendencias reales, había tomado la decisión de anular mi voto, como muestra de mi desaprobación a ambas opciones y mi rechazo al sentido que han adquirido los últimos procesos electorales, en los cuales termina uno obligado a elegir siempre al menos peor o a optar por el voto de castigo para determinado partido político. Aunque se que estoy en mi derecho, últimamente me ha asaltado nuevamente la indecisión, y me temo que la razón es más que todo un tema de conciencia, de remordimientos posteriores, de saberme cómplice de permitir que el peor llegue, o de apoyar al aparentemente “menos peor” y que al final, como era de esperarse termine haciendo de las suyas. Lo que sí es cierto es que tristemente, en los últimos procesos, de una u otra forma, el país ha salido de ladrones y embaucadores. Los esquemas han sido prácticamente los mismos, sólo han cambiado los protagonistas. De quienes nos ha costado salir es de los dictadores y genocidas, así que en este último soliloquio, espero que la almohada sea mi mejor consejera entre votar nulo, o “botar” mi voto en una de las opciones. Mañana a esta hora empezará una nueva página en la historia, espero que a pesar de quien quede, el Señor nos siga socorriendo.


domingo, 25 de febrero de 2007

Ya pasó el sucede

Pequeño susto el de hoy :oS
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Resulta que había quedado de desayunar con una amiga a la que estímo mucho, y para variar iba tarde, pero igual tenía que tener paciencia con el trasporte dominical que por lo regular es más tardado que el de entre semana. Así que ahí estaba yo, justo en la parada del "Casino del Placer" (valga la publicidad...), totalmente vulnerable esperando el bus, y había una señora adelante de mí también esperando bus, cuando en eso alguien me "abrazó" por atrás, y aunque al principio pensé que se trataba de alguien conocido, instantáneamente recordé que ya me habían contado de esa forma de asaltar a las mujeres, fingiendo ser los "novios" para que nadie se de cuenta de lo que en realidad está pasando.
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Y bueno, para no hacerla más larga, el sólo sentir la respiración de ese "individuo" en mi oído me hizo reaccionar de inmediato y mi reacción fue quitármelo de encima, la verdad no se cómo lo logré, porque me tenía fuertemente "abrazada" (aunque creo que andaba medio "quemado"), y cuando me solté lo primero que hice fue verle las manos, y él inútilmente siguió con su juego, haciendo como que sacaba un cuchillo, pero como vi que no tenía nada, me armé de valor y traté de alejarme, pero él seguía gritándome: "¡dame 20 pesos o te mato!" (ahora hasta cuota piden), y me seguía... así que ahora mi miedo era que me fuera a pegar o a arrebatar mi "morral", entonces se me ocurrió ver alrededor, pero no había un alma cerca, al menos no del lado en que estaba, y la señora que estaba cerca salió corriendo aterrorizada y no se, creo que se subió a algún bus, porque del susto ya no recuerdo bien.
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En eso, la gloria se transformó en una 63 (ruta 63, pues), así que jugándole la vuelta salí corriendo y me subí, todavía con un poco de miedo de que pudiera tener cuchillo y atacarme por detrás, o que símplemente me diera para mis dulces, pero afortunadamente como que no esperaba esa reacción y lo que hizo fue escabullirse por donde estaban unos carros... y cuando pasó la 63 cerca todavía miró para adentro como buscándome :oS y yo, pues ya arriba empecé a sentir que me temblaban las piernas, luego me senté y empecé repasar varias veces lo acontecido, pero traté de tranquilizarme pensando en que por lo menos como dijera Maco Flores "ya pasó el sucede"

martes, 20 de febrero de 2007

Según te veo, te trato


“Asesinan a tres diputados al Parlacen”, fue el titular (al menos el de Prensa Libre) de hoy, al referirse al asesinato de tres diputados salvadoreños, cuyos cuerpos aparecieron calcinados dentro del vehículo de uno de ellos. En las páginas interiores se puede leer “Cualquiera que anoche quisiera acercarse a la escena del crimen tenía que pasar tres puestos de registro. Además, alrededor de 25 patrullas de la Policía fueron movilizadas al área (…) En el lugar del crimen también se encontraba el fiscal general, Juan Luís Florido, acompañado del jefe de la Fiscalía de Delitos contra la Vida, Álvaro Matus”

No me aparto de lo deplorable de este suceso, porque son cuatro víctimas (incluido el piloto del vehículo), cuatro seres humanos y la misma cantidad de familias las que sufren tanto por la pérdida, como por la forma en que se suscitó. Lo que me consterna es la rapidez con que las autoridades guatemaltecas se desplegaron, cuando en nuestro país las cifras diarias de asesinatos y ejecuciones extrajudiciales son tan alarmantes, y sí, es cierto que sería imposible movilizar a 25 patrullas con sus correspondientes agentes y que el Ministro Vielmann y otros funcionarios estuvieran presentes en cada uno de estos desafortunados casos, pero lo lamentable es que se de tanta preponderancia al suceso por ser las víctimas tales o cuales dignatarios, y no un simple Juan Pérez, de esos que mueren todos los días y que si no tienen ni perro que los lama ni gato que los arañe, terminan como XX.

Hace como seis meses, un niño vecino mío (tenía 16 años) desapareció misteriosamente, cuentan que se encontraba tomándose un agua con un grupo de jóvenes (niños también) en una tienda que queda a unas 5 cuadras de donde vivimos, dicen que era un carro sin placas y de vidrios polarizados, y que de éste bajaron dos tipos, quienes les dijeron tanto a él como a otro muchacho que los acompañaran (de forma poco cortés, por supuesto), a lo que desafortunadamente ellos accedieron. Dos días después aparecieron ambos cuerpos. El frágil cuerpo de mi vecinito dejaba suponer que le habían reventado el estómago a patadas (no se al otro muchacho), luego estando aún vivos, ambos jóvenes fueron quemados…sus cuerpos también quedaron calcinados en un terreno baldío, sin embargo ellos eran simplemente un par de Juan Pérez que a nadie interesa, excepto a su familia y sobre todo a su madre que aún lamenta silenciosamente su ausencia, que sabe que no hay para dónde, porque aquí no hay justicia para el que no tiene con qué. Lo irónico de su muerte, fue que los tipos del carro polarizado hicieron “justicia” con la persona equivocada, ya que confundieron al muchachito con uno de sus hermanos, quien al parecer sí anda metido en algo, o por lo menos andaba porque no lo volvimos a ver.

Todos (o por lo menos bastantes) sabemos que en Guatemala continúan existiendo aparatos clandestinos de seguridad, como el famoso SIC… tampoco es un secreto que en El Gallito, continuamente se dan verdaderas guerras entre narcos, yo trabajé cerca de allí y bastante seguido se escuchaban tiroteos, a veces también se escuchaban ambulancias, y otras pocas se observaban también despliegues de elementos de la PNC… pero estas son las cosas de las que por “alguna” razón, no leemos en los periódicos…sólo cuando a los intereses de alguien conviene que se divulgue, especialmente en época de campaña electoral...



viernes, 9 de febrero de 2007

Madrugadas chapinas


Las madrugadas de este inicio de año han sido realmente espectaculares. Levantarme pensando en todas las tareas por hacer, en el tiempo que no tengo, en el sueño que insiste en no dejarme abrir los ojos, en mi acogedora cama y sus tibias sábanas… Sin embargo, cuando al fin logro levantarme y salir, veo el cielo y las nubes que poco a poco se van delineando entre las montañas, a veces claroscuro, a veces teñido de púrpura o de naranja… alguna explicación “científica” deben tener esos colores (ambiental seguramente)… sin embargo prefiero ver el lado bueno, y dejar que ese cielo sea una de las cosas que cada mañana me motiva a levantarme, a respirar el agradable y fresco aire matutino, a contemplar las últimas estrellas que aún se dejan ver… Hace algunas mañanas, todavía logre ver esa hermosa luna llena, allí tan solitaria, pero tan digna.

Y bueno, con todo esto, no pude evitar recordar cuando era niña… mi papá solía llevarnos a mi hermana y a mí los días domingo, a pasear a una especie de bosque que quedaba en una colina a poco más de un kilómetro de donde vivíamos…entre otras cosas, me gustaba ver el cielo tan limpio y azul, aunque a veces me daba miedo porque cuando me acostaba sobre la grama, me daba la sensación de que era tragada por esa azul inmensidad.

También me gustaba ver las figuras que las nubes iban formando… hasta que en alguna ocasión algún adulto me recomendó que dejara de hacerlo, porque según dijo, eso lo ponía a uno “huevón”… alguien también dijo que cortar de unas flores silvestres que habían por allí, unas de un color entre lila y blanco, era malo, porque uno empezaba a quebrar las vajillas de “china”… alguien más dijo que no era bueno oler las flores, porque le salían a uno gusanos de la nariz… de las flores de muerto, ni se diga…era de mala suerte llevarlas a la casa… de subirse a los árboles frutales si uno era niña… se malograba la cosecha para siempre… en fin mi infancia estuvo llena de mutiladores de sueños… Sin embargo, hoy insisto en qué lindas son las mañanas chapinas!!!

P.D.: Por cierto, no pude sacar una mejor foto, porque había prestado la cámara y cuando al fin me la devolvieron, los púrpuras y naranjas no volvieron… snif!!!

lunes, 5 de febrero de 2007

Ojos ajenos

Hermosos ojos color café, me dije a mi misma cuando lo conocí… fue realmente encantador. Me vio, pero no esperaba verme en ese momento, ni que yo lo hiciera, así que huyó sólo musitando: “perdón”. Tal vez fue el momento, o el lugar, el asunto es que desapareció en un instante, y yo congraciándome con su pena le sonreí con cierta indulgencia, sin poder evitar sonrojarme.

En un par de minutos estaba de vuelta. En ese instante hasta pude imaginarlo preparándose en el pasillo anterior para poder sobreponerse al momento y tomar las fuerzas suficientes para presentarse con propiedad, olvidando el anterior bochorno. Fue allí cuando siguiendo a mi acostumbrado espíritu inquisidor, pude elaborar un rápido perfil del hermoso espécimen que estrechaba mi mano: “Apuesto, casanova, entre 27 a 30 años, en busca de aventura, seguramente profesional, ve directo a los ojos (y no a otros lugares), Don Juan, entre 1.67 y 1.70, seguramente casado y mujeriego”.

Luego de ese fugaz pero lindo primer encuentro, continuaron otros más en los siguientes días. Se había iniciado la cuenta regresiva pensaba yo, y estaba en lo correcto, ese conteo llegó justamente al No. 0, cuando alguien me comentó (sin yo preguntarle) que el dueño de esos bellos ojos estaba casado y tenía 3 hijos. Por cierto, la cuenta regresiva de la que hablaba anteriormente era efectivamente, la cuenta regresiva para que me decepcionara de alguna manera. ¿Mecanismo de defensa?... Quizás, pero a veces es más fácil aceptar la realidad de esa forma.

En fin, de eso hace ya más de un mes, pero sigue merodeando, como alguna especie de fiera en busca de su presa, calculando el terreno…olfateándolo, estimando horarios, tratando de coincidir en algún momento. Es halagador saber que hay alguien que se interesa en uno de alguna manera, que trata de controlar el tiempo y el espacio que uno ocupa, que lo ve a uno de reojo, clandestinamente. Eso eleva mi autoestima, pero no cambia las cosas. Solo de pensarlo me da flojera… Eso de andar compartiendo tiempos, espacios y pensamientos, y ubicarse en el lugar que vaya quedando, realmente qué “hueva”.

sábado, 3 de febrero de 2007

Mi primer frago


Popularidad fue el motivo, la ocasión...unos cuantos cigarros abandonados por un compañero de trabajo. Tenía yo 16 años y muchas ansias por experimentar nuevas emociones.
Fue mi primer trabajo como vacacionista, era una empresa de investigación de mercados, y yo trabajaba como encuestadora.

Así que allí estaban los cigarros y allí estaba yo con todo y mi curiosidad por saber qué se sentía tener un cigarro en la boca... bueno, esto ya lo sabía, porque en algunas navidades había quemado cohetes con un cigarro, con la excusa de no gastar fósforos. Una compañera que también estaba cerca del escritorio en donde estaban los susodichos fragos, no se si intuyendo mi curiosidad, o muriéndose de ganas por fumarse uno, me instó a que lo probara, propuesta que inmediatamente acepté. Sin embargo sólo le di un "jalón" y saqué el humo, sintiéndome feliz porque había fumado mi primer cigarro. El dueño de los cigarros regresó y notó que le faltaban algunos, así que empezó a reclamarlos a diestra y siniestra, pero ni mi compañera ni yo dijimos algo al respecto, ni nos dimos por aludidas.

Algunos días después, otro compañero estaba fumando y al verlo le pedí que me enseñara, a lo que sin dudarlo siquiera por un momento, procedió a darme las "instrucciones" de cómo hacer el "golpe"... yo como buena aprendíz, ni siquiera me ahogué con el humo, era tal mi interés por "aprender" que desde la primera vez pude hacerlo. Y el se mostró satisfecho de haberme "enseñado bien"

Mi adolescencia transcurrió normalmente: amores, desamores, decepciones... cigarros más, cigarros menos, pero nunca fumé más de media cajetilla al año... sí, no más de media al año, algunos años me olvidaba completamente de ellos...habían sido años buenos... por alguna razón siempre los relacioné con la tristeza y la decepción.

Luego vino el ingreso a la "U" y el querer sentirse más popular y a la moda, y qué mejor que demostrarlo con un cigarro en la boca, hasta sexy llegué a sentirme. Los 20's también tuvieron su historia de tristeza y más decepción, así que la cuota subió a una o dos cajetillas al año... Luego vinieron las saliditas con las cuatas, las cervecitas y los cigarritos como imprescindibles acompañantes, entonces empecé a fumarme una o dos cajetillas por salida. Durante el último año de la universidad, empecé usarlos para minimizar el estrés, pero igual, seguía siendo "fumadora de closet", porque nunca fume delante de mi familia.

Las parrandas siempre fueron esporádicas, pero cada vez se fueron haciendo más escasas, así que poco a poco dejé de fumar, sólo lo hacía cuando había oportunidad de compartir una plática con otros fumadores. Sin embargo, empecé a trabajar en una institución en donde el 99% de los empleados fumaba, así que poco a poco se fueron incrementando también los cigarros que consumía, hasta llegar a fumar 2 ó 3 cajetillas a la semana, que en mi caso era una cantidad realmente exorbitante, y así pasé por 2 años, aunque habían períodos (durante las vacaciones) en los que dejaba de fumar, o bien por momentos el remordimiento de saber el daño que me estaba causando, hacía que lo dejara por algún tiempo, y luego volvía a empezar.

Hoy llevo más de un año sin fumar, y tomé la decisión de dejarlo debido a que estaba ya cansada de sentir en la conciencia el peso de saber que me estaba matando lentamente y con mis propias manos, también me molestaba el desagradable olor que dejaba en mis manos, en mi ropa y en mi cabello, y otras molestias que me causaba, ya que muy frecuentemente padecía de infecciones de garganta y múltiples alergias, también detestaba estar siempre pendiente de que mi familia no me sintiera olor a cigarro... en fin, puede decirse que para mí fue fácil dejarlo, aunque a veces cuando coincido en algún lugar con uno o varios fumadores, medio siento el "gusanito", pero sigo obligándome a mí misma a mantenerme alejada de este vicio.